Todos los seres humanos tenemos altos y bajos. Días buenos y días no tan buenos. Tal como la luz necesita a la oscuridad para manifestarse, los polos de la alegría y la tristeza se necesitan mutuamente para dar sentido a la existencia humana.

No sólo nuestras emociones se balancean en un continuo ir y venir entre polaridades, sino que la naturaleza toda se expresa a través de ciclos; el cambio de las estaciones, las variaciones del clima, los ritmos biológicos, la reproducción, el metabolismo, la respiración, los latidos de tu corazón…

¿En qué consiste, entonces, el diagnóstico médico de bipolaridad?

¿Cuándo y cómo es que las fluctuaciones del ánimo, la energía y las emociones -que todos experimentamos en mayor o menor grado- llegan a ser un fenómeno patológico, perturbador y con consecuencias potencialmente graves para la salud y la vida de quienes se ven afectados por los síntomas que caracterizan a la bipolaridad?

La enfermedad bipolar (también llamada trastorno bipolar) es, en primer lugar, precisamente eso: un diagnóstico médico. Una de las tantas clasificaciones que la psiquiatría ha establecido -a partir de la experiencia clínica y la investigación científica- para catalogar y estudiar (con el propósito de aliviar, por cierto) el sufrimiento humano.

Tomando en cuenta lo anterior, esta página tiene su origen en la siguiente premisa básica: en el campo de la salud mental, en la gran mayoría de los casos, los diagnósticos (y las patologías de la mente que intentan describir) son “constructos teórico/clínicos”. Es decir, no representan la realidad como tal (con todas las sutilezas y matices que la experiencia humana subjetiva conlleva), sino que más bien corresponden a elaboraciones descriptivas de cada cuadro o trastorno.

El propósito de las clasificaciones y etiquetas de diagnóstico es, entonces, tratar de capturar los elementos más representativos de cada patología (enumeración de síntomas característicos y otros aspectos de consideración, como el grado en que tales síntomas interfieren con la vida diaria de la persona), con la finalidad última el desarrollar tratamientos adecuados a cada condición, para el restablecimiento de la paz y salud mental de quienes han tenido que recorrer los tortuosos senderos de la inestabilidad anímica, la disrupción emocional y la angustia existencial, que son fruto de las distintas patologías descritas por la psiquiatría.

Sin embargo, y esto es MUY importante: un diagnóstico psiquiátrico no te define como persona, TÚ eres mucho MÁS que la definición o categoría en la que tu patología se inserta.

Si has recibido el diagnóstico de bipolaridad, recuerda: tú no eres bipolar, sino que tienes una condición que actualmente se conoce como bipolaridad, pero tú eres mucho más que tu bipolaridad.

 
 
 
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