A
diferencia del sistema categorial del DSM, éste es un modelo
dimensional, que concibe la posibilidad de que cada síntoma
o problema pueda presentarse en distintos grados a lo largo de
un continuo de posibilidades, desde manifestaciones muy sutiles
(imperceptibles para los demás), hasta señales inequívocas
y evidentes (fácilmente observables por los demás).
Así,
según el modelo del Espectro Bipolar, la pregunta clave
no es si tienes depresión mayor o trastorno bipolar, sino
más bien “qué grado de bipolaridad tienes?”.
Esta
pregunta no es irrelevante, ya que si tu grado de bipolaridad
-aunque no tengas síntomas evidentes de manía o
hipomanía- es mayor que el de quienes se encuentran más
cerca del polo de la depresión mayor, puede ser que los
antidepresivos sean una pésima alternativa de tratamiento
para ti.
Finalmente,
nunca olvides que los diagnósticos son sólo un intento
de aproximarse y describir la realidad, pero no la realidad íntima
y subjetiva de la mente como tal. El diagnóstico es una
herramienta y se supone que debe servir de ayuda para guiar el
tratamiento y promover una vida mejor y más feliz, no para
etiquetar a una persona ni definirla.
Repite
conmigo: “no SOY bipolar, sino que tengo bipolaridad”,
o “mis fluctuaciones del ánimo están dentro
del espectro bipolar”, o incluso “tengo un poquito
de bipolaridad”…